Durante más de 18 meses cientos de comunidades del Bajo Atrato vivieron confinadas en Pavarandó, un corregimiento de Antioquia que, tras la llegada de estas familias chocoanas, se convirtió en el campo de desplazados más grande de Colombia. Anita recuerda cómo, lejos de su río, su liderazgo florece y toma iniciativas para ayudar a su comunidad a no perder la esperanza.